Hasta el momento no se conocen muchos marcadores para diagnosticar y efectuar el pronóstico de las enfermedades intersticiales pulmonares, por lo cual el diagnóstico se realiza mediante tomografías computadas y biopsias. “Sería, entonces, de suma utilidad hallar marcadores que permitan diseñar técnicas menos invasivas para los pacientes”, señala a InfoUniversidades la bióloga Glenda Ernst, del equipo de investigadores de la cátedra de Inmunología. Junto con profesionales del servicio de Endoscopía del hospital “María Ferrer”, analizan muestras de lavado broncoalveolar (LBA) y de suero de pacientes afectados por enfermedades respiratorias.
Las enfermedades intersticiales constituyen un conjunto de patologías inflamatorias del parénquima pulmonar, que representa un 15% de las afecciones respiratorias en la Argentina. La etiología de estas enfermedades es muy variada y, en la actualidad, se reconocen más de 150 causas diferentes, aunque sólo es posible identificar el agente causal en aproximadamente el 35% de los casos, como se señala de manera reiterada en varios trabajos científicos en la literatura corriente sobre el tema.
El ácido hialurónico es un polisacárido de textura viscosa, que existe en la sinovia, el humor vítreo y el tejido conjuntivo colágeno de numerosos organismos. En los seres humanos su concentración es mayor en las articulaciones, los cartílagos y la piel. Conocido hoy masivamente por estrategias publicitarias que lo recomiendan como “agente mágico” del rejuvenecimiento dérmico, el ácido hialurónico es capaz de retener grandes cantidades de agua y tiene un gran número de grupos OH (oxígeno –hidrógeno).
El objetivo de los investigadores es determinar qué potencial exhibe el ácido hialurónico para actuar como biomarcador en el diagnóstico y el seguimiento de los pacientes. “Los resultados preliminares sugieren un significativo aumento en los niveles de ácido hialurónico en el LBA de los pacientes afectados por enfermedades intersticiales, comparados con los controles. Además, se encontró una correlación entre los niveles de AH y la cantidad total de células inflamatorias en el líquido del lavado broncoalveolar”, continúa Ernst, quien trabaja bajo la dirección de la doctora Silvia Hajos, profesora titular consulta de Inmunología e investigadora superior del Conicet.
Lo interesante del ácido hialurónico es su capacidad de actuar como inmunomodulador. Y aquí tendrá una especial importancia su tamaño. Así, por ejemplo, fisiológicamente, el AH de alto peso molecular ejerce funciones homeostáticas y antiinflamatorias en el organismo. No será el caso de los fragmentos de bajo peso molecular, en cambio.
Los receptores de la inmunidad innata en el organismo son expertos en ‘sensar’ patógenos y reconocer moléculas extrañas que puedan resultar una amenaza. “Los fragmentos de bajo peso de AH ponen en funcionamiento una especie de señal de alarma que activa el sistema inmune ante un proceso inflamatorio”, grafica Ernst. Las células que se encuentran en el LBA operan como sensores de esas señales de alerta y, al reconocerlas, ponen en acción la síntesis de moléculas que participan en los procesos inflamatorios, las citoquinas y las quimioquinas.
Las patologías intersticiales del pulmón constituyen un grupo heterogéneo de enfermedades pulmonares, muchas veces de difícil diagnóstico. El espacio intersticial pulmonar representa el espacio potencial localizado dentro de las paredes alveolares entre la membrana basal del epitelio alveolar y el endotelio capilar alveolar. En condiciones normales, este espacio está ocupado por un pequeño número de macrófagos alveolares, fibroblastos y miofibroblastos. El otro componente importante del intersticio pulmonar es la matriz constituida por colágeno y macromoléculas relacionadas y por proteínas no colágenos, tales como la fibronectina y la laminina. Toda enfermedad que infiltre este espacio intersticial merece ser denominada enfermedad intersticial, y por ello más de 100 diferentes entidades pueden ser incluidas en esta generalización.