Es por un convenio entre Bioceres, actual licenciataria de la patente del gen HAHB-4, y Arcadia Biosciences. El gen, que confiere a los cultivos la propiedad de resistir a la sequía sin perder productividad, fue aislado por científicos de UNL y Conicet. Un desarrollo científico de investigadores de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) podrá ser comercializado internacionalmente a partir de un convenio firmado entre la empresa estadounidense Arcadia Biosciences y Bioceres, la actual licenciataria de la patente del gen HAHB 4, que le confiere a las semillas la propiedad de tolerar la sequía sin disminuir la productividad de los cultivos, lo que conferirá a los titulares de la patente ingresos millonarios a partir de las regalías de la comercialización.
El hecho alcanzó visibilidad pública tras un acto realizado ayer en Tecnópolis y en el que estuvo presente -a través del sistema de videoconferencias- la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien destacó el hecho como “un gran acontecimiento” para la Argentina.
“Quiero felicitar a Chan, por su inteligencia y por ser mujer”, dijo la mandataria, y de esa manera concedió la palabra a Raquel Chan, directora del grupo que logró el descubrimiento y actual directora del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (IAL), dependiente de la UNL y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicet).
En el acto estuvieron presentes el rector de la UNL, Albor Cantard; el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (MINCYT), Lino Barañao; la presidenta del Conicet, Marta Rovira; el presidente de Bioceres, Marcelo Carrique; y el CEO de Arcadia Biosciences, Eric Ray.
Antes, se firmó un convenio entre la UNL, el Conicet y Bioceres para la profundización de las investigaciones sobre el gen, cuya patente ya fue otorgada en cinco países -Argentina: Estados Unidos, India, México y Brasil- y está en gestión en otros tantos.
Sobre la comercialización
“La planta tiene muchos genes; nosotros tratamos de identificar cuál de esos genes son responsables de ciertas respuestas de la planta. Entonces aislamos el gen que le confería al girasol la propiedad de tolerar a la sequía”, comenzó a explicar Chan ante la mirada de la presidenta a través de la pantalla de la videoconferencia. La investigación continuó tras largos años, e incluyó pruebas en especies modelo antes de ser ensayadas en cultivos de interés agronómico. El último gran hallazgo del grupo es haber logrado que el gen no disminuya la productividad del cultivo: haya o no sequía, el rinde siempre será más alto con el uso de la semilla transgénica.
“La mayoría de los eventos que cita la literatura científica generan tolerancia a la sequía pero también baja en la productividad lo que quiere decir que, si en la campaña lloviera, el rinde sería menor. En el caso de esta semilla, sea en condición de sequía, en condiciones normales o en condiciones de excesiva lluvia, se comprobó una alta productividad”, señaló la investigadora de la UNL y el Conicet.
Está previsto que la semilla resistente a la sequía sea comercializada recién en 2014/2015, según destacó la presidenta. También habló de las “importantes” regalías que generaría la comercialización de la patente, que arriesgó serán de “75 millones de dólares solamente por lo producido en la Argentina”, y agregó que si se aplicara en el cultivo de soja de todo el mercado mundial implicaría regalías para el Conicet y la UNL por u$s 2.500 millones al año.
Para la comercialización, la empresa argentina Bioceres y la estadounidense Arcadia constituyeron una empresa conjunta llamada Verdeca, para el desarrollo, la desregulación y la comercialización internacional de eventos transgénicos de soja utilizados para la obtención de semillas. La comercialización del producto a nivel mundial redundará en ingresos para Argentina en materia de retenciones y regalías, además del aumento de la producción y exportación de alimentos.
En los próximos cuatro años, las empresas participantes del acuerdo invertirán 20 millones de dólares para la desregulación de la tecnología. La estrategia regulatoria implica la habilitación comercial en Argentina, Estados Unidos, Brasil, China e India, principales mercados de producción de soja. También se prevé la aprobación para usos alimenticios en la Unión Europea y en Japón.
Sobre la semilla
El grupo de investigación que lidera Chan comenzó a trabajar en la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB) de la UNL con diferentes subsidios, con el objetivo de aislar el gen. A medida que las investigaciones avanzaban, se consolidó el desarrollo del trabajo a partir de la unión público privada del CONICET, la UNL y la empresa Bioceres SA.
Como parte del camino del conocimiento y su transferencia a la sociedad, se gestionó la patente de este invento, que es propiedad conjunta del Estado argentino a través de la titularidad del Conicet y la UNL. Su uso y explotación se licenció a la empresa Bioceres por 20 años. Los organismos estatales que son dueños de la patente recibirán en concepto de regalías un porcentaje por cada semilla vendida una vez que se comercialice, una cifra que la presidenta calificó como “millonaria”.