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Investigadores del Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medio Ambiente encontraron, en las células de una levadura, un compuesto capaz de repeler la radiación ultravioleta.

(Leandro Lacoa – Agencia CTyS) - A mediados del siglo XIX, la descomposición de los alimentos y la fermentación de algunas bebidas eran misterios indescifrables. Todo cambió por el aporte de un prolífico científico, cuyo legado se inmortalizó en el proceso de pausterización. Louis Pasteur descubrió que algunos microorganismos eran los culpables de la caducidad de muchos productos, pero también generaban el gusto particular de algunas bebidas.

Así, se iluminó el mundo de una especie de hongos denominados levaduras, que, desde ese momento, fueron el eslabón fundamental de la industria alimenticia. Sin embargo, su utilidad no se limitó a un solo rubro, porque los científicos siguieron encontrándole aplicaciones hasta la actualidad.

En esta búsqueda, investigadores del Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medio Ambiente (INIBIOMA), que pertenece al CONICET y a la Universidad Nacional de Comahue, hallaron una levadura que habita en los bosques patagónicos y podría aplicarse en cremas y geles para proteger la piel de la radiación.

“Pudimos cultivar una gran cantidad de levaduras en el laboratorio, para extraer una molécula llamada micosporina, que se produce dentro de las células del microorganismo cuando está expuesta a radiación UV”, afirmó Diego Libkind, investigador del CONICET.

En los ambientes expuestos a la agresión ultravioleta, muchas levaduras producen compuestos antioxidantes y moléculas que absorben la radiación y actúan de pantalla UV natural.

Las levaduras generan esta capacidad ya sea por la temperatura extrema o por la altitud. “En una laguna de altura o en las hojas de los árboles en lo alto de la montaña hay condiciones naturales que favorecen o seleccionan el desarrollo de ciertos organismos adaptados a tolerar esas circunstancias”, precisó el científico.

Tomando sol en el laboratorio

Los especialistas probaron la capacidad de filtración de la micosporina en cuarzo, porque este mineral no filtra los rayos UV. Por lo tanto, el experimento consistió en realizar una especie de “sándwich”, donde las tapas eran placas de cuarzo y la micosporina era el relleno, con el fin de ver cómo el compuesto retenía la radiación.

Al observar que los resultados eran positivos, los investigadores decidieron crear un medio de cultivo para reproducir in vitro a las levaduras y no tener la necesidad de volver a los ambientes a buscar más microorganismos.

Asimismo, pudieron multiplicar en el interior de las células las concentraciones de la micosporina, el compuesto que reacciona a la radiación, mediante un biorreactor y sin utilizar ningún tipo de solvente químico, productos utilizados en la fabricación de protectores solares comerciales.

“Ahora estamos en un proceso de comparación de los geles producidos en el laboratorio con los protectores comerciales y aún nos falta ver cómo responde la micosporina combinada con otros compuestos químicos”, precisó Libkind, quien explicó que la sustancia extraída de la levadura filtra la radiación UVB, la más nociva, pero no repele la UVA, que es menos peligrosa.    

El mejor boticario

Aunque el descubrimiento de procesos químicos revolucionó la farmacología, en la actualidad, hay un retorno de la ciencia hacia la naturaleza como medio desconocido que se asemeja a un gran laboratorio que está sin clasificar. El caso de las levaduras es paradigmático, porque se conocen unas 1.500 especies, sólo el 5% de las que se cree que hay en el planeta.

Aún se esconden millones de especies que podrían ser útiles para mejorar alimentos, combatir enfermedades o, simplemente, colaborar con la belleza masculina y femenina. Por eso, el grupo de investigación, que lidera Diego Libkind en el INIBIOMA, se dedica a explorar ese mundo desconocido en la Patagonia, uno de los ambientes más extremos del planeta.

En los últimos años, los científicos descubrieron que las levaduras patagónicas de los ambientes volcánicos sirven para la remediación de regiones contaminadas, ya que los investigadores hallaron especies que toleran metales pesados, mediante un proceso de bioacumulación.

Por otro lado, en la zona de glaciares, algunos microorganismos fabrican enzimas capaces de degradar lípidos (grasas) y proteínas a bajas temperaturas, lo que podría servir para producir jabones y detergentes útiles en agua fría. También, en el bosque patagónico, el grupo de investigadores descubrió el origen de la levadura Lager, utilizada para elaborar la cerveza rubia, la más consumida en el mundo.

Fecha de Publicación: 2012-02-15Fuente: Agencia CTyS