El proyecto, dirigido por la Dra. Mercedes Saizar, indaga en la
articulación entre las experiencias de la enfermedad y la sanación con
factores culturales, socioeconómicos y estilos de pensar. Es decir, en
la complementariedad terapéutica entre la biomedicina
y las medicinas alternativas, a partir de factores como la
disponibilidad de los servicios de medicina tradicional, sus límites,
los conflictos derivados de las diferencias entre el paradigma biomédico
y el paradigma psicosociocultural de la atención de la salud y la
identidad religiosa de los usuarios, entre otros aspectos.
“La línea de investigación de nuestro proyecto se vincula a la
antropología médica y complementariedad terapéutica, y da cuenta no sólo
del consumo de las terapias alternativas sino de las reflexiones sobre
la etiología de la enfermedad, asociadas a la manera en que la terapia
es entendida, buscando rescatar la perspectiva del actor social”, señala
a InfoUniversidades, Mercedes Saizar, directora del proyecto.
Con este objetivo, se hizo hincapié en el uso de medicinas tradicionales
en el NOA y Cuyo y de terapias alternativas en áreas urbanas, que
poseen una mayor concentración de opciones disponibles. Además, se
registró el consumo según las características de la población. El equipo
trabajó con personas que utilizan las terapias alternativas con cierta
recurrencia, indagando en el motivo de estas selecciones (búsqueda de
bienestar general o de sanación específica en la atención de una
enfermedad puntual), si existe la combinatoria con la biomedicina,
autotratamiento, medicina religiosa.
“Encontramos personas de los sectores denominados ‘bajos’, que acceden a
estas terapias en espacios públicos y gratuitos. Por lo tanto,
preferimos hablar de ‘estilos de pensar’, un concepto de la antropóloga
Mary Douglas, que permite salirse de la categoría sociológica más
tradicional, asociada a las clases sociales por los niveles de ingreso
económico y de instrucción, para agrupar a las personas según las
motivaciones de su elecciones y el estilo de pensar la salud y la
enfermedad vinculadas, en este caso, a las terapias alternativas”
explica la doctora Saizar.
El proyecto produjo avances en el conocimiento del funcionamiento de las
medicinas tradicionales, a partir de la relación de la biomedicina con
otras prácticas terapéuticas (autotratamiento, reiki, reflexología,
yoga, arteterapia) y del análisis de los distintos motivos de selección y
estrategias de complementariedad terapéutica de los usuarios. El
resultado de este abordaje es enriquecedor dado que rompe con el
presupuesto de los perfiles sociológicos tradicionales que relacionan el
consumo de estas prácticas con los sectores medios y altos de áreas
urbanas y alto poder adquisitivo.
Al respecto, la investigadora indica: “Observamos que el yoga, la
reflexología o el reiki son prácticas aceptadas y llevadas a cabo en
todos los sectores socioeconómicos, con ofertas de menor costo y hasta
gratuitas en espacios poco asociados a ellas como clubes de barrio,
centros de jubilados y parroquias. En esta operatoria hay una
resemantización de las nociones ligadas a las tradicionales de Oriente
que se manifiestan en nuevos corpus de prácticas, saberes y, por
supuesto, nuevas formas de pensar la salud, la enfermedad y la terapia”.
Los miembros del equipo de investigación del proyecto, además, llevan a
cabo acciones de transferencia como resultado del trabajo. En este
sentido, realizan tareas de asesoramiento a profesionales médicos en
temáticas de salud intercultural y su impacto en el proceso de atención
de la salud en diferentes ámbitos como el Tren Hospital Pediátrico ALMA,
la Asociación de Reflexólogos de Buenos Aires, la Asociación de
Cuidados Paliativos de Buenos Aires o el Hospital Pediátrico Gervasoni
del partido de Malvinas Argentinas.
“Realizamos transferencias con los biomédicos que se interesan por
nuestra perspectiva de trabajo. Por ejemplo, capacitamos a los
profesionales que trabajan en el Tren Hospital ALMA quienes, cuando
viajan, se encuentran con una realidad muy diferente a la de la ciudad
de Buenos Aires o el Conurbano, donde trabajan. Explicamos las claves
culturales para hacer más cercana y eficaz la relación médico-paciente y
trabajamos con equipos de cuidados paliativos para pacientes
oncológicos tras recabar, como parte de nuestra investigación, las
narrativas del cáncer. Intentamos ser traductores de la perspectiva de
los usuarios, hacer explícitas algunas reacciones de los pacientes que
resultan difíciles de comprender, otros estilos de entender la
enfermedad que están poco aceptados en la biomedicina”, dice la
investigadora.
El proyecto produjo además la publicación de dos libros: “De Krishna a
Chopra. Filosofía y Prácticas del Yoga en Buenos Aires”, de la Dra.
Mercedes Saizar, que analiza cómo las prácticas del yoga en el área
Metropolitana de Buenos Aires llegan a todos los sectores
socioeconómicos y “Morir en casa. El cuidado en el hogar en el final de
la vida”, de la Dra. Natalia Luxardo, miembro del equipo de
investigación, en el cual se realiza un análisis de las experiencias de
pacientes de enfermedades terminales y de sus familias, a través de sus
narrativas, desde la perspectiva y la vivencia de la enfermedad, el
dolor y la muerte.
El proyecto, llamado “Medicinas tradicionales y alternativas en el área
Metropolitana, NOA y Cuyo”, pertenece al Área Transdepartamental de
Folclore del IUNA y se lleva a cabo desde 2007 en convenio con el Centro
Argentino de Etnología Americana. El equipo de investigadores planea su
continuidad en otros aspectos del uso de las terapias alternativas en
complementariedad con la biomedicina.
“Tenemos proyectado empezar a trabajar más profundamente en las
políticas de bienestar, o sea la relación que existe entre el Estado y
el usuario. Nos interesa analizar de qué manera eso se conjuga, cómo el
Estado tiene en cuenta la existencia de otras terapias y aprovechar que
este recurso respeta la perspectiva de los nativos y usuarios de cada
lugar. En las primeras aproximaciones observamos que hay una aceptación
en los márgenes y de manera ‘domesticada’, es decir, que se incorporan
las medicinas alternativas al sistema de salud público despojándolas de
elementos que podrían considerarse ‘esotéricos’ para apropiarse sólo de
la técnica”, concluye Saizar.