La leche humana posee ventajas nutricionales e inmunológicas ya que
aporta en forma temprana al niño, sobre todo al neonato prematuro, un
sistema completo de defensas antioxidantes que lo protegen del daño
celular, la destrucción del ADN y la incidencia y severidad de las llamadas “enfermedades de las especies reactivas del oxígeno”.
La leche de madre de niños prematuros tiene altas concentraciones de
proteínas y antioxidantes y su conservación debe realizarse a bajas
temperaturas para evitar la formación de radicales libres, partículas que se hallan en el medio ambiente y que también provienen de procesos metabólicos en el cuerpo.
Un equipo de investigadores de la UNCuyo comparó la leche materna en
estado crudo y la pasteurizada a partir del análisis de tres muestras
que permitieron establecer las características de cada una, el grado de
contaminación que adquieren al conservarla y el tiempo que se pueden
almacenar y permanecer aptas para el consumo del lactante.
Según indicó a InfoUniversidades la bromatóloga Claudia Amadio,
integrante del equipo, numerosos estudios determinaron el poder
antioxidante de los componentes de la leche y la importancia en el
metabolismo del niño prematuro. “No obstante, el uso de los tratamientos
térmicos puede ocasionar inconvenientes”, advierte la profesional. “La
leche humana fresca tiene una alta concentración de antioxidantes,
moléculas que disminuyen el daño ocasionado por los radicales libres en
las células
y el ADN. Pero esos antioxidantes disminuyen con el tiempo de
almacenamiento. Los bebés prematuros tienen una capacidad reducida de
antioxidantes y se cree que los necesitan más que los niños que han
nacido tras el período normal de nueve meses de gestación, ya que suelen
sufrir de infecciones”.
Para su conservación, la leche humana debe someterse a un proceso de
pasteurización y a estrictos controles de calidad que aseguran su valor
nutricional y seguridad bacteriológica. El método de pasteurización
recomendado es el llamado Holder, un proceso más lento que el utilizado
para la leche de vaca: se calienta la muestra a baño maría a 62,5 ºC
durante 30 minutos y, posteriormente, se enfría rápido (5ºC) y se
conserva hasta su utilización a -20ºC.
Según la especialista, si se aplica la misma metodología que con la
leche vacuna (70 ºC durante 15 segundos), “se producen pérdidas de
factores inmunológicos y vitaminas en mayor proporción que con el método
Holder”. Y agrega: “La pasteurización a 62,5 ºC durante 30 minutos es
un método recomendado para la destrucción del virus de inmunodeficiencia
humana (HIV) y permite el almacenamiento de leche y alimentación de
niños prematuros”.
Cruda versus pasteurizada
En su trabajo, los investigadores comprobaron que el tiempo máximo de
almacenamiento en refrigeración de la leche cruda es semejante al de la
leche pasteurizada: doce horas. Pero la diferencia surge al conservarlas
congeladas: 14 días la primera y hasta 6 meses la segunda. “Hasta el
momento, se trabajó con sobrantes de leche humana de madres de niños
prematuros, cruda y pasteurizada por dos métodos: a 62,5 ºC durante 30
minutos (Holder).y a 72,5ºC durante 15 segundos. En cada tratamiento se
determinó humedad, cenizas, peso específico y acidez”, explica Amadio.
“Durante 14 días se evaluó la acidez en los diferentes tratamientos
mediante la técnica normalizada utilizada en bancos de leche humana
integrantes de la Red Iberoamericana de Bancos de Leche. El análisis
mostró que los valores de humedad, cenizas y peso específico fueron
semejantes para la leche cruda y para las sometidas a los tratamientos
térmicos, y se mantuvieron durante el almacenamiento”, señala la
profesional.
Sin embargo, la acidez varía en los tres tratamientos a partir del
cuarto día. “La de la leche cruda es mayor que la de la pasteurizada y
supera los 8º D, valor máximo que se permite para la alimentación de
niños prematuros, a partir del día 10”, explica Amadio. En cuanto a la
acidez de las leches tratadas por los dos métodos de pasteurización, el
valor promedio es semejante durante el lapso de conservación.
El próximo paso de los investigadores es medir la presencia de radicales
libres en las distintas leches, ya que estos elementos químicos se han
visto implicados en gran cantidad de enfermedades degenerativas o de
tipo cardiovascular en niños prematuros, como retinopatía, encefalopatía y displasia broncopulmonar, entre otras.