Fuente: http://infouniversidades.siu.edu.ar/
Se trata de bioinoculantes que, además de contribuir a la absorción de nutrientes y proteger a los cultivos contra patógenos con mejoras sustanciales, desarrollan la resistencia a enfermedades. Las evaluaciones ya permitieron generar ganancias en el rinde de 16 por ciento en maíz y, según se prevé, en un futuro podrían llegar al mercado con tecnologías innovadoras. También resultó efectiva su aplicación en otros cultivos como el arroz, el tomate y el arándano.
Universidad de Buenos Aires - Facultad de Agronomía

Bioquímicos investigan una serie de nuevos promotores de crecimiento vegetal que no sólo contribuyen con la fijación biológica de nitrógeno, sino que también favorecen la absorción de otros nutrientes y controlan enfermedades. Claudia M. Ribaudo, docente e investigadora de la Facultad de Agronomía, señaló a InfoUniversidades que “el control biológico es considerado una alternativa para reducir el uso de productos químicos en la agricultura y sus efectos negativos, como el desarrollo de resistencia de los patógenos a los productos aplicados y el impacto ambiental”.

En consecuencia, las evaluaciones que llevan adelante los investigadores apuntan a incrementar el desarrollo de inoculantes biológicos que incluyen en su formulación microorganismos benéficos para las plantas, ya que las protegen contra el ataque de patógenos, las hacen más competitivas frente a las malezas y les facilitan la obtención de nutrientes.

Los trabajos comenzaron en 1994 mediante la inoculación de cultivos de maíz, con bacterias promotoras de crecimiento. Para ello se utilizaron cepas de colección (aquellas que están depositadas en bancos de microorganismos) como Azospirillum brasilense y Herbaspirillum seropedicae, capaces de tomar el nitrógeno atmosférico y transformarlo en una especie accesible para la planta.

Luego, lograron ampliar los estudios, incorporar otros cultivos y trabajar con cepas autóctonas, que fueron aisladas, caracterizadas y seleccionadas en el laboratorio de Bioquímica. “Comprobamos que estas cepas tienen una mayor estabilidad y que son mejores promotoras del crecimiento que las de colección, que muchas veces son aisladas de otros suelos y no siempre se adaptan a nuestros ambientes”, dijo Ribaudo.

En ensayos a campo, realizados en la localidad bonaerense de Pila, la inoculación con estas nuevas cepas permitió generar ganancias de rendimiento de 16% en cultivos de maíz: se obtuvieron 170 qq/ha en los tratamientos sin inocular y sin fertilizar, contra 198 en el tratamiento de inoculación y sin fertilización.

“Con estas bacterias aisladas y caracterizadas, en base a su capacidad para solubilizar fósforo inorgánico, fijar nitrógeno atmosférico y ser efectivas biocontroladoras de patógenos del suelo, pensamos diseñar nuevos inoculantes hacia el futuro, a través de nuevas tecnologías que permitan liberar de manera progresiva las bacterias del inoculante”, adelantó la docente.

Con los datos completos de la campaña 2010-11, los investigadores podrían evaluar el comportamiento y la estabilidad de los nuevos promotores de crecimiento, para analizar su eventual transferencia a la industria.

Otros cultivos: arroz, tomate y arándano

Además del maíz, las evaluaciones involucran a otros cultivos. En los ensayos de la Facultad, las plantas de arroz inoculadas incrementaron su peso seco y contenido de nitrógeno con respecto al tratamiento testigo sin inocular. En algunos casos, alcanzaron valores similares a las del tratamiento fertilizado.

“A partir del aumento de biomasa y del mayor contenido de nitrógeno, evaluamos la fijación del dióxido de carbono atmosférico y su posterior transformación a carbohidratos y ácidos orgánicos, y encontramos aumentos considerables en glucosa, fructosa y ácido málico”, dijo Ribaudo.

Con respecto al tomate, el uso de Azospirillum condujo a un mejor desarrollo de las plantas, así como a un aumento del peso y del volumen radicular. Además, las plantas resultaron más resistentes frente al ataque de patógenos como Fusarium solani y Sclerotium rolfsii. En la actualidad, se analizan los cambios producidos en el transcriptoma de tomate debido a la inoculación con Azospirillum. Esto permitirá explicar el mecanismo involucrado en la colonización efectiva de la planta y conocer qué genes están implicados en la defensa frente a patógenos.

Los promotores de crecimiento también fueron beneficiosos para el desarrollo del sistema radicular en el arándano, considerado un problema serio para su producción. Los vástagos inoculados con bacterias permitieron el rápido desarrollo de la raíz y dieron plantas con mayor peso y altura y mayor superficie radical. Esto genera que, en su conjunto, las plantas sean más vigorosas y equilibradas, lo cual representa una ventaja adaptativa para mejor establecimiento del cultivo a campo.

Rodolfo Zibell
Subsecretaría de Relaciones Institucionales
Universidad de Buenos Aires