En la
edición 2011 de los galardones que tradicionalmente otorga la Academia Nacional
de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (ANCEFN) se reconoció la labor de dos
investigadores de la
Universidad Nacional del Litoral (UNL). Por un lado, en la
categoría “Consagración” se premió la trayectoria de Eduardo Lombardo, quien se
desempeña como investigador en catálisis en la Facultad de Ingeniería
Química (FIQ) desde 1970.
En el otro extremo, en la categoría “Estímulo” para jóvenes investigadores,
Gabriel Vinderola fue premiado en el área de Tecnología de Alimentos. Con sólo
37 años, ya lleva 16 en los laboratorios indagando sobre bacterias probióticas.
Ambos investigadores recibirán sus galardones en la sede de la Academia en la ciudad de
Buenos Aires el próximo 1º de diciembre. No es la primera vez que miembros de
la comunidad universitaria del Litoral son reconocidos por esta institución. En
la edición 2010, tres jóvenes investigadores de la casa de altos estudios fueron
premiados.
Trayectoria
Tras más de cuatro décadas dedicadas a los procesos
catalíticos, la trayectoria de Lombardo no pasó desapercibida para la ANCEFN. En 1970, luego
de volver de un posgrado en Estados Unidos, el por aquel tiempo joven
científico regresó a la UNL
de donde había egresado para formar un grupo de Fisicoquímica.
Hoy, 41 años después, ese grupo está consolidado y reúne recursos humanos y
equipamiento de excelencia para el desarrollo de tecnologías más limpias e
innovadoras. Actualmente, el trabajo se orienta a problemas ambientales como la
purificación de gases contaminantes productos de la combustión así como el
avance en el uso de hidrógeno como combustible no convencional. En los últimos
años, el grupo incorporó una nueva línea ligada a nanotecnología, en particular
aplicada a la industria del petróleo.
“Estoy absolutamente convencido que en nuestra área de trabajo es posible
lograr este tipo de reconocimiento, que en este caso me toca recibir a mí,
gracias al trabajo de todo el equipo de gente que aquí trabaja. Les tengo que
agradecer a los colaboradores quienes, en muchos casos, fueron mis discípulos”,
destacó el ingeniero químico Lombardo.
“Vengo a trabajar con gusto porque llego a un lugar en el que me siento bien, y
eso que a mi edad bien podría quedarme en mi casa a hacer cualquier otra cosa”,
recalcó con una sonrisa.
Ciencia
Sub-40
Presentes en yogures, quesos y cada vez más productos lácteos, las bacterias
probióticas son el objeto de estudio de Gabriel Vinderola. A sus 37 años, este
investigador del Instituto de Lactología Industrial (INLAIN) ya participó de
diferentes desarrollos innovadores, como el primer queso probiótico de
Latinoamérica. Fue patentado en 1999
a partir de un desarrollo del equipo de trabajo liderado
por Jorge Reinheimer en respuesta a una iniciativa de la empresa responsable de
la marca Ilolay. Ahora, Vinderola integra nuevamente el grupo de trabajo que se
propone desarrollar un aditivo innovador para ampliar la variedad de productos
probióticos.
“Me dedico a este tema desde 1995 cuando aún era estudiante de Licenciatura en
Química”, recordó Vinderola. Los primeros pasos en la investigación los dio a
través de una cientibeca dirigida por Reinheimer para el estudio de las
bacterias que por aquellos tiempos llegaban como novedad al mercado lácteo
nacional.
Luego de un doctorado orientado a los aspectos tecnológicos ligados al uso
industrial de las bacterias y una formación de posdoc orientada a los estudios
de los efectos de los microorganismos en ratones, el desafío actual de
Vinderola es desarrollar una línea que combine ambas áreas.
Del
laboratorio a la sociedad
Abocados a la ingeniería, cada uno en su especialidad, ambos investigadores
coinciden en destacar el vínculo ineludible de la ciencia con la sociedad. “Lo
que más disfruto de este trabajo es poder transferir, es decir, que el producto
que se estudió y generó en el laboratorio llega a la industria y le aporte algo
a la vida de alguien”, reflexionó Vinderola al tiempo que detalló que toda su
formación profesional tuvo lugar en la Argentina. “En nuestro país no nos podemos dar el
gusto de investigar lo que queremos. Es mucha plata la que se mueve y si parte
de esto no vuelve a la sociedad, invertimos mal la plata”, destacó el joven.
“La investigación y el desarrollo es una cuestión que requiere una inversión
permanente y no discontinua. Lograr una masa crítica y la capacidad para hacer
cosas que le sirvan a la sociedad es resultado de esa estabilidad en el
tiempo”, reflexionó Lombardo.
Prensa UNL -