Se trata de una máquina alternativa basada en las que desarrolló el
reconocido ingeniero Livio Dante Porta, egresado de la UBA, quien
trabajó durante toda su vida en máquinas alternativas a vapor para
locomotoras a partir de diseños convencionales, tanto en la parte de
generación de vapor, es decir, la caldera propiamente dicha, como en la
generación de energías mecánicas en la industria de vapor.
El proyecto que desarrollan los ingenieros, a cargo de Eduardo León,
apunta a transformar esa máquina de vapor en estacionaria para generar
energía mecánica o eléctrica, en tamaños pequeños o medianos. En estos
tamaños, las máquinas alternativas a vapor tienen un rendimiento que
supera al de las turbinas de vapor. Para tamaños de hasta 300 kilos podrían servir en un aserradero o para una fábrica que tenga residuos de biomasa.
“Partimos de un motor a vapor como el de las locomotoras, con ciertos
perfeccionamientos para hacerlo más eficiente, más durable, más fácil de
mantener y para aplicarlo, básicamente, a la generación de energía
mecánica o eléctrica en pequeñas y medianas escalas como aserraderos,
fábricas, poblaciones pequeñas, en lugares donde existan las condiciones
que son tener biomasa residual para poder generarlo, y agua. Por eso
apuntamos al sur del país y al Litoral, porque allí no hay gas natural y
otro tipo de instalaciones no sería rentable” indicó a
InfoUniversidades el director del proyecto.
“Hablamos de biomasa vegetal -aclara León-, biomasa es todo lo que tiene
vida. En este caso, se trata de usar como combustible lo que no tenga
otro valor comercial de los árboles o las plantas. No planteamos cortar
el árbol para quemarlo, ni destruir bosques nativos, sino utilizar lo
que es residuo de otros usos, como el de los aserraderos y, en
cualquiera de los casos, aun para los aserraderos, hay que pensar en
bosques reforestados. Para producir energía sustentable, y más en estos
tamaños, habría que usar lo que no es utilizable para otras cosas, como
tablones, o para celulosa. Pensar por ejemplo en usar el aserrín para la
generación de luz”.
León agrega que “para potencias pequeñas o medianas, los motores de
vapor tienen mejor rendimiento que las turbinas y son ideales para
energías distribuidas, de unos 500 kilovatios”. Los investigadores
tomaron las ideas del ingeniero Porta y, a partir de ahí, diseñaron una
máquina -que en esta primera etapa tendrá 150 kw, o sea, mediana-, a
través de un convenio que hizo la Facultad de Ingeniería con el INTI,
con la colaboración de Mac Mahon, un ingeniero irlandés residente en
Ushuaia, quien fue discípulo del ingeniero Porta y participó en el
proceso de creación del trencito del fin del mundo de Tierra del Fuego. Esa máquina se hizo en base a un diseño de Porta, al igual que la vieja locomotora que iba de Río Turbio a Río Gallegos.
En la Facultad de Ingeniería de la UBA un grupo de investigadores
desarrolla estudios sobre energías alternativas y energías adaptadas a
nuestra realidad. Según sus integrantes, viene aplicándose en el Litoral
y en la Patagonia.
“En provincias como Misiones, Corrientes, Entre Ríos y Tierra del
Fuego, donde hay abundante material leñoso y agua, y los requerimientos
de energía no son demasiado grandes -aclara León-, la red de
distribución no es muy confiable y en este momento no tienen un
aprovechamiento útil de buena parte de sus residuos. Allí, este motor
ofrece dos ventajas destacables: elimina residuos y genera energía
útil”.
“Hablando siempre de uso eficiente de energía y de energías renovables
-finaliza-, especialmente para las pequeñas y medianas industrias y para
poblaciones dispersas, desde siempre nuestra idea es que todo esto no
quede sólo en los papeles, sino que sirva a la sociedad”. El diseño es
producto de una tesis que desarrollaron estudiantes sobre
transformaciones del calor en energía mecánica o eléctrica. En el
proyecto trabajaron, además, Roberto Atencio y los nuevos ingenieros
Miguel Gorchs, Pablo Romero y Conrado Sáez.