Universidad Nacional de Córdoba - Facultad de Psicología.
Cuando dibujan formas libres, la mayoría de los niños de clase
media superan con amplitud los niveles evolutivos esperables para su
edad, tienen más desarrollada su creatividad, lo que pone de relieve la
importancia de la estimulación de su ambiente. Como contracara, durante
la fase preescolar los chicos de sectores vulnerables logran una
representación más clara de la figura humana, lo que se adjudica a una
percepción más concreta y vivencial del cuerpo propio.
En general, ambos grupos se nivelan durante la etapa escolar e
incorporan a sus ilustraciones los modelos del entorno social, como la
televisión, la moda y los juguetes. Sin embargo, entre los 10 y 12 años,
un gran porcentaje de menores de sectores urbano marginales no alcanza
los niveles evolutivos esperables en su expresión gráfica. La brecha es
coherente con la diferencia de intereses y necesidades ligadas a sus
situaciones contextuales, que orientan a unos hacia el mundo del trabajo
y a otros hacia el desarrollo intelectual.
Los datos son el resultado de un estudio exploratorio que comparó los
dibujos de figuras humanas y formas libres confeccionados por 175 niños
de la ciudad de Córdoba -96 de clase media y 79 pertenecientes a
sectores urbano marginales-, de entre 2 y 12 años. La recolección de las
producciones se realizó en escuelas, jardines y comedores que reciben a
chicos de asentamientos en terrenos fiscales o villas de la periferia y
de las guarderías y escuelas provinciales de barrios residenciales de
la ciudad de Córdoba.
Llevada a cabo entre 2008 y 2009, la investigación fue impulsada por las
integrantes de la cátedra “Psicología evolutiva de la niñez”, de la
Facultad de Psicología de la UNC. Surgió, entre otros motivos, por la
necesidad de recabar información concreta para delinear estrategias de
intervención en el marco del programa de extensión “Salud integral del
niño”, que desde 1999 lleva adelante ese equipo en escuelas públicas,
privadas y especiales de la capital y localidades del interior
provincial, como Santa Rosa de Calamuchita y Alta Gracia.
La importancia del dibujo en el desarrollo evolutivo del niño radica en
que constituye una forma de imitación de la realidad, un intermediario
entre la imagen mental y el juego. Refleja la comprensión, la
representación espacial y el modo de concebir las cosas. A través de la
ilustración, el chico representa lo que le interesa, preocupa o desea.
Implica, además, un indicador de la transformación que va sufriendo la
función motriz, desde movimientos que son una descarga kinestésica
(garabato) hasta las coordinaciones viso-motoras con las que es posible
lograr la representación fiel de un modelo. Gracias a esta maduración,
cuando el niño dibuja, llega a controlar sus movimientos y a desarrollar
habilidades para la motricidad fina, además de acceder a la
representación simbólica de objetos y sentimientos.
El dibujo también constituye para los chicos un logro personal, una
manifestación propia y singular de quienes, en edad temprana, dependen
de los demás. María Elena Cordera, directora de la investigación,
explica a InfoUniversidades que representar objetos en un espacio
bidimensional, como una hoja, un pizarrón o incluso la pared, distintos
al espacio tridimensional donde habitualmente se mueve, demanda poner en
juego diversas funciones y coordinar capacidades visuales, motrices y
representativas que son plasmadas en una obra singular, en un área nueva
(bidimensional).
La representación gráfica también es un vehículo para la escritura, de
ahí la importancia de estimular a los chicos que no alcanzan los niveles
acordes a su etapa de desarrollo. La idea es que el niño pueda tener
otros recursos para expresarse en forma creativa.
“En los infantes de los sectores más necesitados, que están más ligados a
cuestiones concretas y realidades que los superan, el acceso a lo
simbólico es más difícil, porque deja de ser un estímulo importante para
ellos, ya que las necesidades concretas de la vida cotidiana los
obligan a trabajar o a enfrentar situaciones que les impiden contar con
los apoyos necesarios para acceder a este universo de la cultura, del
símbolo”, explica la especialista.
Junto a la experiencia de dibujar, el juego también desempeña un papel
esencial en el avance de los niños: “Practicar un deporte e integrar un
equipo, le permite al niño evaluar los movimientos del resto de los
jugadores, idear una planificación y una estrategia de acción. Esto está
relacionado con su desarrollo, porque traducir en forma racional esa
práctica e intelectualizarla, también es una forma de acceder al símbolo
y al desenvolvimiento social”, subraya la investigadora. En este
sentido, la situación es diferente para el chico que sólo juega el rato
que permanece en la esquina “mientras limpia parabrisas de los autos”.
A partir de estos resultados, el equipo de investigación recomienda
favorecer el acceso temprano a la escolaridad, para permitir la
manipulación de materiales apropiados a la expresión creativa y al
desarrollo del grafismo, esencial para facilitar el desempeño escolar y
la adquisición de habilidades. Las autoras proponen implementar
estrategias de orientación para padres y docentes de manera que ambos
puedan estimular el grafismo y el juego como conductas promotoras del
acceso al símbolo, al universo del “como si...”.
Sobre las acciones de transferencia que se derivarán del trabajo,
Cordera destaca que la investigación les proporciona elementos para ir a
la escuela y transmitir a los maestros por qué el niño debe dibujar.
“En ocasiones, nos hemos encontrado con ámbitos educativos donde se
piensa que para el alumno siempre es más importante resolver un problema
en la pizarra que dibujar, porque se considera al dibujo sólo desde el
entretenimiento. Es por esto que insistimos en re-significar al dibujo
como actividad que contribuye al desarrollo integral del niño”, cierra.