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La fórmula fue elaborada por la Dra. Beatriz Basso, docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Médicas de la Casa de Trejo en la provincia de Córdoba. Está basada en el Tripanosoma Rangeli, un parásito similar al agente que produce la enfermedad del Chagas, el Tripanosoma cruzi. El trabajo de la científica ya está en trámite para ser protegido intelectualmente, a través de las gestiones realizadas por la Oficina de Propiedad Intelectual (OPI) de la UNC. [02.10.2011]

“Donde hay un perro enfermo, hay un hombre enfermo”, asegura la Dra. Beatriz Basso. Según una entrevista realizada en: http://www.uncu.edu.ar; Esta hipótesis es corroborada por los estudios estadísticos. Si un animal doméstico posee Mal de Chagas y vive en un hábitat selvático, propenso a la presencia de la vinchuca, es muy probable que el parasito llegue al hombre. Casi seguro. Pero el perro tiene una ventaja importante: sólo aloja al Tripanosoma cruzi, funciona como “reservorio”, lo que implica que no se va a morir por Mal de Chagas ni va a sufrir la enfermedad.

Pero si se pudiera bloquear el paso del Tripanosoma cruzi del animal doméstico a la vinchuca se lograría cortar uno de los eslabones de transmisión más importantes. Eso pudo hacer Beatríz Basso (Ver foto) y su equipo, creando una vacuna para animales domésticos, la cual obtuvo resultados muy importantes, que le permitieron patentar la invención. La vacuna fue probada en ratones, cobayos y en perros.

Para elaborar la nueva vacuna se utilizó al Tripanosoma rangeli, un parásito similar al Tripanosoma cruzi. La principal diferencia entre los dos parásitos radica en que el rangeli no es patógeno. Los anticuerpos que proporciona éste último son muy altos para proteger del cruzi al organismo. Es decir, permite que las células del sistema inmune elimine, luego de un cierto tiempo, al Tripanosoma cruzi, el agente biológico causante del Mal de Chagas.

“En la infección con el Tripanosoma cruzi, el parásito tiene un estadio intracelular, que es el amastigote y es el que a larga puede producir daño cardíaco o digestivo, y el cual necesita una fuerte respuesta celular para ser eliminado -explica Basso-. Pero a su vez, hay otro estadio del parásito que es el tripomastigote, que es circulante y para su eliminación es necesaria una muy buena respuesta de anticuerpos para poder destruidos. Observamos- continúa la especialista-, que en este procedimiento había muy buena respuesta, porque las células podían eliminar a los amastigotes que están dentro de ella, y también se logró una alta concentración de anticuerpos, que eliminaban a las formas circulantes, los tripomastigotes. Esto nos abrió un gran camino”, asegura la científica.

De los ratones a los perros

La fórmula es la base de la vacuna que acaba de patentar la Dra. Basso y su marido, el Dr. Edgardo Moretti, y fue probada inicialmente con ratones en el laboratorio por más de 15 años. Ante la buena respuesta, se comenzó a probarla en cobayos. Estos animales, popularmente conocidos como “cuises o “hámsters”, y sus criaderos, abundan en domicilios rurales del norte argentino y del altiplano y son un reservorio de la infección. “Vacunamos cobayos, luego los infectamos con el Tripanosoma cruzi, y la parasitemia en los controles prácticamente fue indetectable”, revela la especialista.

Y añade: “Entonces comenzamos a vacunar a perros, bajo ciertas condiciones en el laboratorio, y obtuvimos la misma respuesta. Los resultados muestran que el parásito está en una cantidad muy pequeña y después se elimina. Lo destruye el sistema inmune activado por el Tripanosoma rangeli”.

Tras ello, el equipo de expertos decidió salir del laboratorio a hacer las pruebas en el campo. Se trasladaron a una zona endémica de Chagas, vacunaron a un grupo de perros y dejaron a otro grupo sin vacunar (a éstos últimos se lo denomina grupo “control”). Los siguieron durante cuatro años, comprobando que las defensas que tenían los canes vacunados se mantuvieron durante tres años y ninguno se infectó.

Los beneficios que podrá proporcionar esta fórmula hablan por sí mismos: se podría vacunar a perros, que al no tener el parásito, hace imposible que la vinchuca los pueda transmitir mediante la picadura a los humanos. “El perro sin Chagas corta una parte significativa del ciclo epidemiológico”, asegura la científica. Los cobayos también son muy importantes, porque muchas personas los utilizan como alimento y el parásito se puede transmitir si la carne esta mal cocida.

¿Por qué no vacunar directamente a humanos?, se le preguntó a la médica. “Las vacunas en humanos son mucho más delicadas para preparar. A diferencia de los virus y las bacterias, el parásito es mucho más complejo. Además, se necesita una infraestructura que nosotros no tenemos, porque se deben seguir protocolos muy exigentes. Apuntamos a comenzar por algo que tenemos ya y ahora”, señala Basso.

“Nosotros esperamos que se pueda vender la formula y se puedan vacunar sobre todo animales rurales, de áreas endémicas. Que la gente no se asuste, porque esto no significa que todos los perros y los gatos deban vacunarse. Pero aquellas personas que viven en la ciudad y que tienen hábitos de ir de casería, de pesca, a zonas endémicas y que llevan sus mascotas, inclusive los cobayos, va a ser decisión de sus dueños y del veterinario si protegen a los animales, una vez que la vacuna sea aprobada por las autoridades sanitarias””, concluye la científica.

La migración del parásito

El problema de la enfermedad del Chagas no se limita a las zonas endémicas, como los parajes rurales o selváticos del norte de la provincia de Córdoba y de otras zonas del país. Las personas migran estando enfermas (y casi siempre sin saberlo) a las grandes ciudades como Córdoba y a la provincia de Buenos Aires, e inclusive a países extranjeros. “En los últimos 10 años hubo mucha migración de zonas endémicas a zonas urbanas. Y en las ciudades, como no son endémicas, no se hacen siempre controles de sangre. Mucha gente vende sangre para sobrevivir, hay trasplantes sin los controles adecuados y hasta se venden órganos; y la enfermedad, así, se va transmitiendo”, informa la científica.

La enfermedad milenaria

El Mal de Chagas es una enfermedad milenaria. Se ha encontrado en el ADN de restos humanos momificados con 7000 años de antigüedad. La infección se transmite por más de 180 especies de insectos. En la Argentina, el vector que tiene más relevancia epidemiológica es la “vinchuca”. Si bien el insecto habita en zonas rurales y selváticas, los mamíferos funcionan como reservorios de esta enfermedad, lo cual permite completar y mantener el ciclo de la enfermedad. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la enfermedad del Chagas es la cuarta endemia en importancia en América Latina, medida por años de vida perdidos por muerte o incapacidad. La preceden solamente las enfermedades respiratorias, la diarrea y el VIH. En Argentina sufren la enfermedad alrededor de 250 mil personas. En América Latina rondan entre 16 y 18 millones de individuos, y 90 millones se encuentran con riesgos de contraerla.