La presencia de quistes en los ovarios reduce la capacidad reproductiva de la vacas y conduce a cuantiosas pérdidas para los productores. A través de tratamientos experimentales, investigadores de la UNL lograron revertir algunas de las causas de esta enfermedad.

En una vida reproductiva de aproximadamente cinco años, una vaca sana puede dar tres, cuatro o cinco crías, pero en nuestros campos y en los de todo el mundo hay casos -y no pocos- en que solamente puede tener dos o tres terneros. Una respuesta a esta disminución de la fertilidad se puede encontrar en una de las principales problemáticas reproductivas de estos animales: la Enfermedad Quística Ovárica, caracterizada por la presencia de un quiste (siempre en los ovarios) de 2 a 5 centímetros, fácilmente detectables con estudios habituales como ecografías o tacto rectal. Esta presencia de quistes hace que se retrase la aparición del celo y, por lo tanto, de una nueva preñez.
Investigadores de la UNL y el Conicet vienen probando desde hace un año un nuevo tratamiento en animales enfermos con singular éxito: hicieron desaparecer en menos de 15 días los quistes, en lo que representa un importante avance contra esta enfermedad.
El nuevo tratamiento ataca algunos de los tantos factores que provoca este padecimiento y está basado en la aplicación de una droga llamada naloxona, "que revertiría bloqueos de receptores de hormonas que son algunas de las causas de la enfermedad", asegura Hugo Ortega, investigador de la UNL y el Conicet y director del proyecto, que todavía se encuentra en etapa experimental.
Esta "liberación" o desbloqueo de los receptores luego de la aplicación de las inyecciones, "permitiría que la vaca vuelva a desarrollar sus ciclos de celo normalmente. Existen tratamientos que funcionan en todas las enfermedades ováricas menos en quistes y no sabemos aún por qué. Con la aplicación de esta droga logramos que el quiste desaparezca y la vaca quede preñada", agregó Ortega.
La eficiencia del tratamiento está corroborada, pero todavía no está disponible comercialmente. "Desde hace un año y medio lo venimos probando. Este avance fue realizado en colaboración con docentes del área de clínicas y teriogenología de la FCV y publicado recientemente en una revista especializada de Estados Unidos, obteniendo el visto bueno del comité evaluador", destacó Ortega.
En cuanto a los costos, el investigador asegura que "es caro dependiendo de las características y, por lo tanto, del precio del animal que se va a tratar. Estamos haciendo pruebas en cabañas donde cada ternera producida por transferencia embrionaria y, por lo tanto, de excelente genética cuesta varios miles de dólares; en estos casos es rentable teniendo en cuanta el valor futuro del animal".

La enfermedad
Un abanico de factores son los causantes de este mal, entre ellos, la predisposición genética del animal, factores relacionados al ambiente -es en verano cuando aumenta la aparición de quistes-, e incluso el tipo de alimentación, que también puede favorecer al desarrollo de este padecimiento. La Enfermedad Quística Ovárica se podría evitar si se reduce el estrés provocado por la alta producción de leche de las vacas, pero cierto es también que de este modo la explotación tambera no sería rentable.
Las estadísticas indican que entre un 15 y 20 por ciento de las vacas se ven afectadas por esta enfermedad. Este hecho provoca cuantiosas pérdidas económicas, ya que reduce casi a la mitad la capacidad reproductiva de los bovinos, lo que a su vez arrastra una disminución en la producción de leche y carne. En los tambos es donde se aprecia con mayor nitidez esta preocupación, debido a que tiene una mayor incidencia en las vacas lecheras -por el estrés al que las someten-, pero también en un porcentaje menor a los animales destinados a la producción de carne. No obstante, este mal no afecta la calidad de la leche y carne para consumo humano.

Qué sucede "adentro" de la vaca
En los inicios de la investigación, hace unos 15 años, los esfuerzos apuntaron a describir un modelo de la Enfermedad Quística Ovárica en ratas, lo que fundamentó la Tesis de Maestría en Ciencias Veterinarias de la Vet. (M.Sc.) Natalia Salvetti, actual Becaria Doctoral del Conicet y docente de la FCV. A través de ello, fue posible conocer aspectos moleculares de la enfermedad que no son fáciles de estudiar en bovinos. A modo de ejemplo, Ortega asegura que "encontramos que en los ovarios y otros órganos de animales con esta enfermedad se encuentran alterados los receptores de varias hormonas. Esto ocasionaría que no exista la capacidad en esos órganos de responder a los estímulos fisiológicos normalmente", remarca el investigador.
Luego se trabajó con vacas que ya poseían la enfermedad para, con posterioridad, investigar en bovinos a los cuales se logró inducir la enfermedad para analizar todo el desarrollo de la enfermedad. "Antes solamente teníamos la foto (el quiste); después tuvimos toda la película, es decir, el proceso de la enfermedad completo", aseguró Ortega.
"Previo al desarrollo de la enfermedad hay una serie de "mensajes" que tratamos de descifrar a través de los estudios a nivel molecular. La presencia del quiste es el resultado de lo que pudo haber pasado previamente", agregó la Dra. Florencia Rey, investigadora recientemente incorporada al equipo.
En los últimos modelos experimentales los científicos están observando que muchos de esos "mensajes" se comienzan a alterar antes de que sea posible diagnosticar la enfermedad por lo que "conocer los orígenes de estas alteraciones es fundamental a la hora de explicar las causas de las enfermedades", remarca Ortega.
Para Ortega, las ciencias básicas como la Biología Celular y Molecular son "fundamentales para conocer en profundidad los orígenes de las enfermedades. Es imposible desarrollar un tratamiento para una enfermedad si no conocemos sus causas, y es justamente a nivel molecular, dentro de las células donde se encuentran estas explicaciones", aclara el investigador.

Fuente: Prensa Institucional UNL