Se trata del MIO 1+1, un vehículo de dimensiones reducidas pensado para solucionar problemas de congestión y traslado de las personas en trayectos urbanos cortos. Con una autonomía de 70 kilómetros, el coche incluye materiales y tecnología que permitirían fabricarlo en el país, a un costo mucho menor que los autos convencionales.

Bicicletas, motos, colectivos, taxis, remises o autos particulares son algunas de las opciones que maneja la gente para trasladarse a su ámbito de trabajo o de estudio, o simplemente, realizar un trámite. Sin embargo, cada una de estas alternativas presenta desventajas para los usuarios. Justamente, con el objetivo de brindar una alternativa económica, ecológica, confortable y segura, que ayude a mejorar el tránsito de la ciudad, Ricardo Bognanni decidió desarrollar el MIO 1+1 como tesis de la carrera de Diseño Industrial. Se trata de un vehículo experimental de tracción eléctrica más pequeño que un Fiat 600, factible de ser producido a nivel nacional.

“Un punto muy importante del diseño fue demostrar que se puede producir íntegramente un auto eléctrico en Argentina, sobre todo en Córdoba, y con tecnología relativamente nueva”, señala el creador del automóvil. Y aclara que los vehículos de este tipo que actualmente circulan en el país, como los utilizados por los inspectores municipales de la ciudad, son importados desde Estados Unidos.

El primer prototipo ya fue fabricado por el propio Bognanni, quien lo construyó en base a tubos de acero, fibra de vidrio y acrílico, entre otros materiales.

Características

El MIO posee dos asientos plegables –dispuestos uno detrás del otro–, lo que permite que el espacio de la segunda butaca también pueda ser utilizado para el traslado de cargas. Funciona con un motor eléctrico de 48 Voltios de Corriente Continua (VCC), que es alimentado por cuatro baterías de 12 VCC, lo que le otorga a este coche una autonomía de circulación de 70 kilómetros. Otra ventaja es que, para recargar los acumuladores, sólo se necesita enchufar el vehículo a una toma corriente hogareña de 220 voltios durante 8 horas.

Además, cuenta con sistema de suspensión, dirección y frenos, e incluye un tablero con velocímetro, luces, indicador de carga y estado de baterías.

Todas las decisiones de diseño del prototipo están fundamentadas en el desarrollo de un auto apto para circular en la ciudad a velocidades permitidas por las leyes de tránsito, por lo que el MIO puede alcanzar un máximo de 67 kilómetros por hora.

Chasis y carrocería

Según el diseño de Bognanni, la carrocería del prototipo es de fibra de vidrio; el parabrisas, de acrílico; y las ventanas y luneta, de vinilo con cierres cremallera.

La seguridad del vehículo está garantizada en dos sentidos. Por un lado, debido a la inclusión de chasis con deformación progresiva, destinado a absorber la energía de los impactos; y por otro, por la disposición del conjunto de baterías –colocadas adelante, en el medio y los laterales de manera transversal– que contribuyen a la resistencia total del auto. También contribuye a la seguridad la disposición en fila de los pasajeros, ya que esto permite que estén más distantes de las paredes del vehículo (50 centímetros) que en un automóvil convencional.

Otro aporte en este sentido está dado por la carrocería, la cual está trabajada en tubos de acero, con un arco a la altura del asiento trasero para impedir que lo primero que colisione en caso de choque sea la cabeza del usuario.

Costo-beneficio

De acuerdo a los cálculos de su creador, el MIO podría ser producido a un precio final de 16.340 pesos, una cifra muy inferior a la de un automóvil cero kilómetro del tipo compacto (cuesta alrededor de 24.400 pesos).

A ello se suma el ahorro que implica el no tener que utilizar combustible para funcionar. Así, al recorrer 70 kilómetros con un gasto de luz eléctrica de 3,36 pesos, aventaja a los vehículos nafteros, diesel y con GNC que, para la misma distancia, implican un gasto comparativo mucho mayor (10,76; 8 y 6,40 pesos, respectivamente).

Fuente: www.hoylauniversidad.unc.edu.ar/