Extraído de: Por Diego Melamed. ESPECIAL PARA CLARIN --18-06-06
Varios países en desarrollo aprovechan la diáspora como recurso para la cooperación. También existen redes de talentos argentinos.

Con el objetivo de explicar una iniciativa para incentivar la industria de la nanotecnología, el fundador de Tomografía de Hormigón Armado S.A. (THASA), Mario Mariscotti, fue a un evento organizado por Encuentro de Cooperación Diáspora Argentina (ECODAR) en diciembre de 2004. Allí, las redes de emigrados ofrecieron ayuda para entender mejor en términos internacionales el mercado y la competencia de THASA.
Mariscotti pudo, entonces, recibir asesoramiento de argentinos expertos en nanotecnología que trabajan en Europa y Estados Unidos. "Esos vínculos nos ayudaron a crecer", dice el empresario, que valora este tipo de oportunidades como "clave para nuestras industrias".
Los argentinos de la diáspora pueden ayudar a ingresar en nuevos mercados, tramitar patentamientos, capacitar recursos humanos, crear convenios y trasladar innovaciones al mercado global.
No existe aún una lista de casos exitosos de cooperación. El caso más grande no tiene un final feliz. Se trata de la donación de 11.282.855 dólares que realizó en octubre de 2000 el empresario residente en España Martín Varsavsky para financiar el portal educativo Educ.ar: en menos de tres años sólo quedaban 200.000 dólares, ya que gran parte del dinero fue usado para comprar bonos del Estado.

Aprovechar la diáspora

Así como llegan remesas de dinero del exterior, podrían llegar inversiones, conocimientos e ideas. Hay países en desarrollo que se benefician integrando sus diásporas a los sistemas de innovación y desarrollo. El principal interrogante es si los funcionarios argentinos son capaces de cooperar para poder aprovecharlos, como ya lo hacen los de la India, Escocia, México y Chile.
"La diáspora argentina es relativamente chica pero es muy emprendedora y está altamente motivada para ayudar al país. Esa motivación no está trasladada a proyectos concretos, sin embargo, por la debilidad institucional argentina", sostiene el economista ruso Yegveny Kuztnesov en el informe del Banco Mundial Migración internacional y diásporas de talento que se presentó el miércoles pasado en el Ministerio de Trabajo en un seminario inaugurado por el ministro de Educación Daniel Filmus y el de Trabajo, Carlos Tomada.
En diálogo con Clarín, Kuztnesov explicó que "en Argentina el sector público tiene un horizonte de acción a corto plazo y las instituciones relacionadas con la ciencia y la tecnología están poco ligados con la industria. Por eso, falta el ancla local que vincule la diáspora al país".

Contar con los emigrados

"La SeCyT coopera", asegura Agueda Menvielle, responsable del Programa Raíces de esa secretaría. Y ofrece pruebas: en mayo el gobierno otorgó 95.000 pesos a cuatro redes que vincularán a científicos argentinos de aquí y del exterior. Tambié acepta falencias: "Con los científicos nos va bien, pero podríamos hacer más con los profesionales y empresarios".
Para Marta Novick, subsecretaria del Ministerio de Trabajo y organizadora del seminario, "deberíamos cooperar mucho más, ya que la diáspora puede fortalecer las redes de innovación y crear empleos de calidad".
El seminario dejó una conclusión clara: transformar la fuga de cerebros en redes de talento es posible. Argentina cuenta con recursos humanos globales. Son personas que conocen tanto nuestra idiosincrasia como las necesidades del mercado donde ahora se desarrollan. Podrían ayudar a incrementar el peso de la economía del conocimiento en nuestro país.
El desafío es que las instituciones locales sean capaces de recuperar este capital. Entonces se sabrá en que medida el país puede contar con ellos.

Fuente: Diario Clarín, edición de 18/06/06