Fuente: www.unl.edu.ar
El buen manejo de las emociones se vuelve relevante en las organizaciones actuales, cuyo principal valor está en las personas que las integran. Esta capacidad se desarrolla a lo largo de la vida, a partir de herramientas que pueden aplicarse cotidianamente.

Las ventajas competitivas de las empresas y organizaciones tienen que ver con las personas que las componen, quienes tienen la capacidad de agregarle valor a los productos, servicios y procesos, en una economía globalizada y cada vez más competitiva. Esta fuerza de trabajo es más sofisticada y puede aprender de sus experiencias y desempeñarse en estándares cada vez más altos.
Dado que las emociones son una parte esencial de los seres humanos, manejarlas correctamente en las organizaciones puede inclinar la balanza de los resultados hacia el éxito o el fracaso. 
El uso inteligente de las emociones de manera intencional ayuda a guiar el comportamiento, volviéndolo un instrumento válido para resolver situaciones delicadas en los equipos de trabajo o de gestión, cerrar tratos con clientes o proveedores difíciles, perseverar en las tareas hasta finalizarlas y enfrentar los retos que implica el buen desarrollo de los negocios. 
Karina Szok, consultora en recursos humanos santafesina que se dedica a trabajar capacidades de la Inteligencia Emocional, explicó que “controlar nuestras emociones nos permite tomar mejores decisiones, tener una mejor visión de lo que nos está pasando y desarrollar mejores relaciones interpersonales”. 
En este sentido, se puede optimizar el desempeño personal, la comunicación y por consiguiente el clima laboral de una organización. Esto genera una disminución de algunos problemas que habitualmente se presentan en las empresas, tales como el ausentismo laboral y la rotación del personal, porque los trabajadores se sienten tomados en cuenta y como consecuencia de ello, aumenta la autoestima de los individuos, sus actitudes tendrán una tendencia positiva y habrá una mayor adaptabilidad a los procesos de cambio con un manejo adecuado de la incertidumbre.
Reconociendo estos retos que afrontan los emprendedores, la Universidad Nacional del Litoral (UNL), a través de la Secretaría de Vinculación Tecnológica y Desarrollo Productivo, organizó uno de los Cursos de verano para emprendedores, con una especialista local en el tema. Estos cursos tienen la finalidad de acercar herramientas de formación para jóvenes con ideas innovadoras.
 
Qué son las emociones
Las emociones son respuestas innatas y biológicas a los estímulos ambientales del entorno, a las circunstancias de la vida. “La intensidad de la reacción está en función de las evaluaciones subjetivas que realizamos sobre cómo la información recibida va a afectar nuestro bienestar. En estas evaluaciones subjetivas intervienen conocimientos previos, creencias, objetivos personales, percepción de ambiente provocativo, etc. Una emoción depende de lo que es importante para nosotros. Si la emoción es muy intensa puede producir disfunciones intelectuales o trastornos emocionales (fobia, estrés, depresión)”, explica Szok.
Existen cientos de emociones, junto con sus combinaciones, variables, mutaciones y matices. Al mismo tiempo, generan cientos de reacciones y modos de actuar. Se manifiestan a partir de estados psicológicos o biológicos, de reacciones y actos que cada persona puede observar en sí misma y en los demás. 
La Inteligencia Emocional, tal como explicó la capacitadora, “es el uso inteligente de las emociones: hacer que, intencionalmente, las emociones trabajen para nosotros, utilizándolas de manera que nos ayuden a guiar la conducta y los procesos de pensamiento, a fin de alcanzar el bienestar personal”. El término inteligencia emocional fue empleado por primera vez en textos de Peter Salovey y John Mayer, y ampliado por Daniel Goleman quien sostiene que es “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos, de motivarnos y de manejar bien las emociones, en nosotros mismos y en nuestras relaciones”.

Las emociones como herramienta

Con la Inteligencia Emocional se puede, luego de reconocer las emociones, aprender a gestionarlas. “Esto es encontrar herramientas que nos ayuden a manejar una situación que nos está sobrepasando y que eso que estamos sintiendo no nos termine atrapando y haciéndonos pasar un mal momento. Las herramientas son bastante sencillas y tienen que ver con las cosas que tenemos en nuestro cuerpo a disposición: una de las más fáciles de implementar es respirar. No se trata de hacerlo como todo el tiempo, sino de una manera consciente y profunda, haciendo que esa respiración conecte nuevamente nuestra parte emocional del cerebro con la parte racional” dijo Karina Szok. 
A la vez agregó que “así también en situaciones en las que estoy contenta porque me pasó algo buenísimo, no puedo reaccionar como si estuviera en la cancha porque estoy en un contexto de trabajo. Gestionar estas emociones y saber cómo resolver estas situaciones en el ámbito laboral, es lo que nos permite trabajar nuestra inteligencia emocional”.
Otras acciones para aplicar en una situación conflictiva pueden ser detenerse y sugerir dejar la conversación para otro momento; pensar en otra cosa para volver al equilibrio, preferentemente en un ambiente relajante y placentero; o contar seis cosas distintas, como por ejemplo colores, países o plantas.
Un aspecto positivo de la Inteligencia Emocional tiene que ver con que es aprendida y continúa desarrollándose a medida que se avanza en la vida y se aprende de las experiencias. En este sentido, los seres humanos podemos adquirir habilidades sociales, asociadas a los comportamientos emocionales o conductuales que se manifiestan en las relaciones interpersonales. Son culturales y dependen de cada contexto. Karina Szok explica que “Las habilidades sociales permiten vincularnos con los otros, crear nuevos vínculos, reforzar los existentes, disfrutar y compartir el afecto. Igualmente, permiten manifestar necesidades y resolver conflictos: pedir lo que uno desea, poder decir que no, expresar opiniones, defender los derechos, pedir que el otro cambie su conducta, enfrentar críticas y hostilidad”.