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La investigadora Alejandra Suárez es presidente del Consejo Consultivo Científico del organismo, premiado por su trabajo por un mundo sin armas químicas.

El comité de prensa de los Premios Nobel destacó el esfuerzo realizado en Siria por la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) en el desmantelamiento de arsenales y reducción de armamento tras el ataque producido con armas químicas en la ciudad de Damasco, el pasado 21 de agosto, y por ello le otorgó el Premio Nobel de la Paz 2013.

Suárez, investigadora independiente del CONICET en el Instituto de Química de Rosario (IQUIR, CONICET-UNR), detalla la importancia y los aportes del trabajo de la organización.

 

¿Cuáles son los objetivos de la OPAQ y cuál es su rol en la organización?

La OPAC tiene su sede en La Haya, Holanda, y su objetivo es la aplicación de la Convención sobre las Armas Químicas, que entró en vigor en 1997. Esta Convención es un tratado internacional que prohíbe el desarrollo, la producción, el almacenamiento, la transferencia y el empleo de armas químicas y dispone su destrucción en un plazo determinado. Desde el 2009 formo parte del Consejo Consultivo Científico de la OPAQ que está integrado por 25 expertos internacionales y examina cuestiones sobre ciencia y tecnología. El cargo se renueva cada tres años y en 2012 volvieron a nombrarme para un nuevo mandato. Este año he sido elegida presidente del Consejo.

 

¿Por qué es importante que los países integren la convención?

Porque los Estados que están dentro de la convención no pueden desarrollar, producir y almacenar armas químicas. Por eso fue trascendente la entrada de Siria a la convención, para tener la garantía que se van a destruir y nunca más van a volver a utilizarlas. Ya son 190 los países miembros de la OPAQ y solo seis países en el mundo aún no han firmado o ratificado el tratado.

 

¿Cómo considera que impacta en la Organización el hecho de hacer recibido el Premio Nobel de la Paz?

Es un reconocimiento muy merecido porque trabaja desde hace años en forma sostenida, con el compromiso de muchas personas, para erradicar las armas químicas de la faz de la tierra. Desde el punto de vista social, es muy importante porque si se logra la universalidad de la adhesión al tratado podemos estar seguros que las armas químicas no van a volver a utilizarse a menos que sean actores no estatales, y es necesario diseñar estrategias para evitar el resurgimiento de las armas químicas. Además, este premio permite que se conozcan las actividades que realiza la OPAQ y el propósito de la Convención.