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Científicos cordobeses evidenciaron que la testosterona puede proteger las células musculares lisas de la próstata de los efectos de un estímulo inflamatorio, evitando que ellas resulten modificadas a fin de sumarse al proceso inflamatorio, y por lo tanto evitando la pérdida de su fenotipo normal y de sus funciones específicas.

Por primera vez se pone de relieve un rol de la testosterona no descrito con anterioridad, y que, si bien en este trabajo sólo se aplica para proteger células musculares prostáticas en cultivo, se trata de células que están muy comprometidas en el mantenimiento de la homeostasis glandular.

Si bien este resultado aún no tiene una aplicación directa, pone un alerta mayor sobre la caída de los niveles testosterona en sangre con la edad, y por lo tanto en la conveniencia de tratarla.

Lo novedoso es resaltar un rol benéfico de los andrógenos –hormonas sexuales masculinas- para esta glándula y que podría protegerla frente a inflamación en patologías propias de la misma, de gran incidencia como las prostatitis (inflamación de la próstata) y la hiperplasia (aumento de tamaño de la próstata generado por un incremento de hormonas femeninas en relación a las masculinas).

Este logro lo alcanzóla Dra. CarolinaLeimgruber durante el desarrollo de su tesis doctoral con la colaboración y el Dr. Amado Quintar, de la médica Luciana García, todos integrantes del grupo dirigido porla Dra. CristinaMaldonado, en el Centro de Microscopía Electrónica dela Facultadde Ciencias Médicas dela Universidad Nacionalde Córdoba, INICSA-UNC-CONICET.

“En un trabajo previo habíamos evidenciado que las células musculares lisas que forman los acinos de la glándula prostática, son muy afectadas por la inflamación bacteriana cambiando su clásico rol como célula clave en la homeostasis glandular para priorizar otro rol más orientado en responder a la injuria amplificando la inflamación, aún cuándo ello la conduzca un disbalance en su proliferación”, explica Maldonado en diálogo con EL OTRO MATE.

La Directora del equipo de trabajo aclara que “como no es un desarrollo, no soluciona nada. Pero la información surgida se relaciona con los procesos proliferativos patológicos de la glándula, ya que evidencia que la importancia de la testosterona para mantener controlado el crecimiento de la glándula, un rol que va más allá de su rol en la reproducción”.

Se prevé continuar con estudios orientados a poner en evidencia el mecanismo por el cual la testosterona realiza este rol.

De acuerdo a la Prostate Cancer Foundation, el riesgo de Hiperplasia Prostática Benigna aumenta cada año después de la edad de 40 años. Está presente en el 20% de los hombres de 50 a 59 años de edad, el 60% de los hombres de 60 a 69 años de edad y el 70% de los hombres al llegar a los 70 años de edad.

“Idealmente, podría pensarse que los médicos urólogos estén más alertas para hacer seguimientos periódicos de los niveles de testosterona en sangre de sus pacientes, para indicar cuando fuera necesario, tratamientos que contrarresten la disminución de los niveles séricos de testosterona”, pronostica Maldonado.

Fuente : EL OTRO MATE