Una de las problemáticas ecológicas y sociales mundiales más impactantes, por sus fuertes consecuencias en la salud y el ambiente, es la de los derrames de petróleo y sus derivados hacia el sistema acuífero, suelos y sedimentos. En la Facultad de Agronomía de la UBA trabajan, hace más de tres años, en la selección de una bacteria no patógena que, alimentada con un sustrato económico como es el glicerol, produce surfactantes biodegradables y altamente compatibles con el ambiente, que actúan en el proceso de biorremediación por derrames de petróleo.
“Buscamos una fuente carbonada económica y trabajamos el residuo de un procesamiento industrial; lo biotransformamos en productos económicos de alto valor comercial”, expresó la doctora Silvia Miyazaki, quien conduce investigaciones en el laboratorio del Área de Agroalimentos de la FAUBA.
Actualmente, el interés por los biosurfactantes se incrementó por sus aplicaciones en la industria y el ambiente, principalmente en los sectores de la alimentación, cosmética, recuperación de crudo, remediación de sitios contaminados y aplicaciones en la agricultura.
El equipo de especialistas de la doctora Miyazaki seleccionó una bacteria, perteneciente al género Bacillus que se encuentra en agua, aire y suelos, y no posee características patogénicas para humanos, animales o plantas. “Nuestro trabajo primordial fue la selección de bacterias no tóxicas, que no liberen sustancias patógenas pero que tengan la habilidad de producir moléculas de tipo noveles”, aseguró la doctora.
Así, esta bacteria produce, fundamentalmente, un biosurfactante muy poderoso llamado “surfactina” que actúa solubilizando hidrocarburos, como el petróleo, quedando disponibles para ser utilizados por los microorganismos como fuente de carbono y de esa manera comenzar su degradación.
Según los investigadores, para tener un proceso de producción económicamente competitivo se deben utilizar sustratos económicos o desechos de la agroindustria que disminuyan los costos de producción, y desarrollar procesos eficientes.
De este modo, el grupo de profesionales se ocupó de trabajar con sustratos económicos que disminuyan los costos de producción de moléculas activas de alta actividad. “Trabajamos con diferentes fuentes de carbono y una de ellas fue el glicerol”, contó Miyazaki. En la producción de biodiesel, el glicerol es obtenido como un subproducto sin valor comercial, que se acumula sin tener una disposición final.
Por otro lado, desde el laboratorio estudian la optimización de las condiciones de cultivo para la producción de estos metabolitos: “Modificamos ciertas variables como el pH, la temperatura, aireación e inducimos a que la bacteria libere más o menos sustancia. Buscamos mejorar todas las condiciones para producir la liberación de todas estas biomoléculas en mayor cantidad”, aseguró la Farm. Bioq. Gabriela Sarti, integrante del equipo de profesionales que llevan a cabo esta investigación.
Los biosurfactantes tienen un amplio campo de acción y actúan también en suelos y sedimentos. Otra aplicación potencial dentro de la industria petrolera, está relacionada con la recuperación del petróleo (siglas en ingles MEOR Microbial Enhanced Oil Recovery). Este proceso utiliza microorganismos productores de biosurfactantes, con el objetivo de reducir las tensiones de la interfase entre el petróleo, el material rocoso y la fase acuosa en el interior de los poros de esa matriz. “Al disminuir esas fuerzas, se mejora la fluidez de los hidrocarburos, promoviendo la recuperación del crudo residual”, dijo Sarti.
Además, a nivel biológico los biosurfactantes pueden actuar como antibacterianos, antifúngicos, antimicoplasmas y antivirales, a través de mecanismos que involucran la desestabilización de membranas biológicas, observadas por los especialistas en ensayos realizados en el laboratorio del Área de Agroalimentos de la Facultad de Agronomía UBA.
“Estamos formando recursos humanos que aprendan a utilizar residuos del agro para obtener productos útiles y de alto impacto. El proceso de la surfactina sobre el petróleo es conocido, pero el proceso de la elaboración de la surfactina desde esta bacteria y con este sustrato específico, es original”, concluyó la Dra. Silvia Miyazaki.
Redacción Fauba: Lic. Agustina Cavalanti